La idea de que lo
hacemos nunca es suficiente ̶ esa
sensación de que por más que avancemos y avancemos, logremos y logremos, nunca
es suficiente ̶ tiene
una raíz profunda en nuestra propia mente y se nutre del rechazo a la propia esencia
femenina.
Extractos del libro “Ser mujer, un viaje heroico”
de Maureen Murdock (traducido del inglés):
“El apoyo y aprobación
por parte de un padre a una hija es lo que lleva al desarrollo positivo del ego
de la mujer. Cuando el padre está ausente en su rol, hiere profundamente el
sentido femenino de la hija. Reaccionado al padre negligente, esta mujer se
identifica con el ego masculino, tomando las funciones masculinas ella misma.
La armadura que
crea le permite desarrollarse profesionalmente pero a la vez la protege y la
distancia de su propio lado femenino, se aliena de su propia creatividad, de relaciones
saludables con hombres y de vivir espontáneamente y con vitalidad cada momento.
(…)
Estas mujeres tendrán
éxito profesional pero dificultades para confiar en lo emocional y en las
relaciones humanas. Su yo masculino no es un “hombre con corazón” sino un
tirano avaro que nunca suelta. Nada de lo que ella hace es suficiente, su
interior masculino le demanda mas y mejor, sin reconocer la necesidad de descansar,
de frenar, de sentirse satisfecha y amada.
Estas mujeres
aparentan éxito mientras se secan por dentro. Debido a un miedo innato a una
inferioridad femenina, las mujeres se vuelven adictas a la perfección, trabajan
de mas y hacen de mas, simplemente porque no son hombres. (…)
Vivimos en una cultura que no confía en los procesos y no
tolera la diversidad. Se espera que todos seamos perfectos y similares. Se supone
que alcancemos ciertos estándares de virtud, logros, inteligencia y atractivo físico;
si no lo logramos, se espera que trabajemos mas duro para ello. Muchas mujeres
se enorgullecen de saber cómo pensar como hombres y como competir con ellos, ganándoles
en su propio juego. Esas mujeres son heroicas pero se quedan siempre con la sensación
de que nada es suficiente. Continúan haciendo, a partir de la necesidad de ser
iguales a los hombres. (…)
Cuando el inconsciente masculino toma el poder, la mujer
siente que, no importa lo que haga, nada es suficiente. Nunca se siente
satisfecha cuando completa una tarea porque enseguida siente que debe continuar
con otra. Lo que sea que haga en el momento presente, no tiene importancia, le
urge pensar hacia adelante. Se siente vacía y responde desde un lugar de
carencia interna: “Tienes razón, debería estar haciendo algo mas, esto no es
suficiente”, se dice a sí misma.
Uno de los motivos por los que las mujeres sienten que nada
es suficiente es por la cantidad de demandas sobre su energía. El tiempo es
limitado y también hay limitaciones en la energía de una persona. Pero a la mayoría
de las mujeres no les gusta admitir que tienen límites y además les cuesta
decir que no. No les gusta defraudar a nadie, por ello asienten y aceptan sin
evaluar cómo afectará eso a sus propias vidas.
Las mujeres necesitan encontrar autonomía antes de alcanzar
su totalidad. La autonomía muchas veces incluye descartar viejas ideas respecto
al éxito. Las mujeres han sacrificado mucho de sus propias almas en pos del éxito.
Las recompensas de esa búsqueda externa pueden ser tentadoras pero en un
momento, la heroína despierta y le dice no a las demandas de su ego. Se han
vuelto muy caras.
La mujer que puede decir que no a su “supermujer” trabajadora
o ama de casa cuando se siente bien consigo misma como mujer, reconoce y acepta
sus limitaciones humanas. Esto puede implicar renunciar a un trabajo, dejar el
poder y el prestigio para sentir nuevamente. O puede decidir que no debe
tener la casa mas limpia del barrio y que sus hijos y marido pueden empezar a
ayudar.
Cuando una mujer tiene coraje de ser limitada y se da cuenta
que es suficiente así tal cual es, entonces descubre el verdadero tesoro de ser
una heroína. Esta mujer puede dejar su ego de lado y tocar las fuerzas mas
profundas de su propio ser. Puede decir “no soy todas las cosas… y soy
suficiente”.
Esta mujer se vuelve real, abierta, vulnerable y receptiva a
un verdadero despertar espiritual.”