Extracto del libro “Luna Roja” de Miranda Gray.
“El uso de la mariposa como símbolo de la feminidad se
remota a la era neolítica; su imagen representaba a la diosa minoica de la vida
y la fertilidad, y la forma de sus alas imitaba los labios que circundan la
vagina femenina. En la cultura azteca encarnaba la fertilidad y la vegetación,
y había una especie en particular que simbolizaba a la diosa en los rituales
asociados con las mujeres y las flores.
La mariposa estaba vinculada tanto al alma y al fuego del
espíritu como al renacimiento. Así, la oruga que se transforma en mariposa era
una metáfora del concepto de la vida después de la muerte: es el viejo cuerpo
apegado a la tierra que deja paso a una forma nueva y más bella. Un ejemplo es
la leyenda irlandesa en la que la doncella Etain, convertida en mariposa por
una rival, viaja por todo el mundo bajo esta apariencia hasta que renace como
humana nuevamente.
Así mismo se la relacionaba con el fuego; de hecho, la
palabra gaélica que daba nombre a la antorcha que se encendía en la fogata
ceremonial y a su vez se utilizaba para encender los fuegos de toda la
comunidad también quería decir «mariposa».
Tal como sucede con otras imágenes femeninas, también se la
asoció con la luna, pues la curva de sus alas reflejaba las fases creciente y menguante, y en la cultura minoica la
estilización de su figura originó la imagen del hacha de dos cabezas o labrys.”