“Muchísimo antes de que los gurus llegaran a Estados Unidos
con los mantras y la meditación, las mujeres que se preparaban para ser
ancianas, así como las mismas ancianas, encontraban el momento y el modo para
meditar. Llamémosle "lavar los platos y mirar por la ventana", "doblar
la ropa y pensar", "soñar despierta" o "no hacer
nada".
A lo mejor empezó como aquel ratito en que una se tomaba una
taza de café o té en silencio antes de que la casa despertara y comenzara el
alboroto que sólo se daba por concluido cuando lográbamos que todos salieran
por la puerta. Puede que fuera lo que hacíamos al pasear, o incluso lo que nos
sucedía atrapadas en ese atasco diario. En ese momento nos venía a la mente una
idea, o veíamos en todo su esplendor algo bonito, o bien recordábamos un sueño
o una conversación. Era una especie de reunión interna cuáquera de duración
indefinida en la cual el silencio invitaba a rememorar pensamientos, imágenes y
sentimientos en un lugar más espacioso, situado en la mente o el corazón,
observarlos, cuestionarlos o valorarlos por encima.
Las mujeres que se preocupan sin cesar no meditan en
absoluto. Insistir en mantener conversaciones del tipo "ella me ha dicho o
él me ha dicho" o albergar pensamientos catastrofistas no es meditar. La
meditación no es preocuparse o rememorar dolores y resentimientos pasados, ni
siquiera confeccionar listas de propósitos. El foco de atención, en tales
casos, es interior, aunque no existe espacio abierto alguno donde albergar
pensamientos y asociaciones mentales, y tampoco para que resurjan sentimientos
e imágenes que podamos observar sin sentirnos vinculadas a las preocupaciones,
la culpa o la rabia.
En la actualidad se enseña la introspección, pero muchas
mujeres la llevan a cabo de un modo natural. Si te gusta disfrutar de tu propia
compañía, valoras el tiempo que pasas sola y descubres, a medida que envejeces,
que pareces haberte vuelto más introvertida, es muy probable que hayas estado
practicando tu propia forma de meditación.”
Imagen: “Interior con mujer campesina tejiendo” de Vincent Van Gogh,
1885.