Los riñones
constituyen la raíz de la Esencia Prenatal, la raíz del Qi Ancestral, y
almacenan la Esencia. La esencia del Riñón es la materia prima para la
formación de la sangre menstrual.
En particular, la
esencia del Riñón es el origen de la formación del Tian Gui (el Gui Celestial)
que constituye el aspecto material de la sangre menstrual. El Gui Celestial
tiene una gran influencia sobre la fisiología de las mujeres, especialmente
sobre la pubertad, la fertilidad, la concepción, el embarazo y la menopausia.
El agua de los riñones o yin de los riñones es la materia prima de la sangre
menstrual. En la pubertad, el Gui Celestial se cristaliza y da lugar a los
periodos. (…)
Los riñones
también influyen en el sistema reproductor de las mujeres a través del Du Mai,
el Ren Mai y el Chong Mai. Son además la fuente del fuego, lo que también tiene
un papel en la menstruación. (…) En condiciones fisiológicas normales, el fuego
de mingmen calienta el útero y
equilibra las influencias Yin, hace posible la concepción y está relacionado
con el deseo sexual. (…)
La fuerza motriz
y el fuego del mingmen son prenatales
y están presentes antes del comienzo de los periodos. Así, los riñones son el
origen tanto del agua como del fuego. El agua de los riñones es la fuente de la
sangre menstrual y tanto el agua como el fuego de los riñones afectan al útero,
que almacena la sangre. Teniendo en cuenta que la sangre es en parte agua pero
que el útero es calentado por el fuego de los riñones, en las mujeres, una
deficiencia de los riñones a menudo implica una deficiencia tanto de agua, yin,
como de fuego, yang.
En circunstancias
patológicas, el fuego de mingmen
puede ser deficiente o volverse excesivo. Cuando es deficiente, fracasa a la
hora de calentar el útero, que entonces se obstruye por el frío. Esto puede
llevar a la esterilidad, la dismenorrea y la falta de apetito sexual. Cuando es
excesivo, calienta la sangre, provocando hemorragia menstrual excesiva,
esterilidad o abortos espontáneos.
Extraído de Corazón de Luna
El texto es un extracto del libro “El tesoro de las
mujeres”, de Giovanni Maciocia
Imagen: Ferizuku