8.7.14

Los ritmos de la sexualidad

Del libro “Enseñanzas de una chamán urbana” de Gabrielle Roth.

“Otra forma clave de liberar el cuerpo para experimentar el verdadero poder de ser consiste en la expresión plena de la energía sexual que fluye a través de nosotros y nos impulsa hacia adelante. Una de las tareas más vitales en nuestras vidas, que nos permite entrar de lleno en nuestra potencialidad humana, es aprender a hacer el amor. Es algo que no se nos enseña en nuestra cultura puritana/lasciva, al menos hasta bien entrados los veinte, y entonces sólo de manera accidental y rara.

Todavía hay muchas personas, la mayoría, que no saben hacer el amor en forma completa y satisfactoria. La nuestra es una cultura supuestamente liberada, incluso libertina, y sin embargo su subdesarrollo sexual es francamente lamentable. Sustituye la experiencia sexual auténtica por excitaciones y descargas agresivas y actos sexuales fugaces. Vale la pena preguntarse qué clase de mundo sería el nuestro, cuánta menos violencia, violaciones, adicciones, depresiones, delitos y guerras habría si la gente viviera regularmente experiencias sexuales ricas y plenas.

Estamos rodeados de intentos de lograr satisfacción sexual en casi todas las formas posibles, salvo aquella que resulta más profunda y gratificante. ¿Cuántos de nosotros sabemos cómo tener una experiencia sexual plena, catártica, estremecedora y que involucre todo el cuerpo?

La experiencia sexual plena es la forma más efectiva de curamos. Libera todas las tensiones y el estrés que acumulamos y nos lleva a terminar abrazados por y abrazando al mundo en la persona de nuestra pareja. Sin embargo, la mayor parte del sexo que nos rodea, en la publicidad, en las diversiones y en los encuentros furtivos en la oscuridad, tiende a ser externo y superficial y a ubicarse más en la cabeza que en el cuerpo.

Este abuso crónico de la sexualidad resulta tan nocivo y destructivo como curativa e integradora es la experiencia sexual auténtica. Hablamos y pensamos mucho acerca del sexo, pero en general no hacemos bien el amor.

Lo que necesitamos de manera más elemental es darnos más tiempo en el proceso de hacer el amor. No es algo que pueda comprimirse entre el noticiario y la película de la noche, o entre el despertador a las siete de la mañana y la corrida hacia el trabajo.

Hacer el amor lleva tiempo. Este ingrediente vital de nuestro bienestar merece tiempo, lo cual sugiere que tal vez no sea algo para hacer todos los días. Necesitamos acumular energía, de modo que al hacerlo, lo hagamos totalmente comprometidos y a plena conciencia, pues ésta debería ser una de las dimensiones sagradas e inviolables de nuestra vida. Deberíamos darnos el tiempo y la libertad suficientes para dedicarnos a ser nada más que amorosamente sexuales.”