La primera tarea chamánica consiste en liberar el cuerpo para experimentar el poder de ser.
Es la primera por dos motivos: es por donde debemos empezar y es el fundamento. El cuerpo es la metáfora raigal de nuestra vida y la expresión de nuestra existencia. Es nuestra Biblia, nuestra enciclopedia, la historia de nuestra vida.
Todo lo que nos sucede queda registrado en él y por él es reflejado. El cuerpo sabe; el cuerpo dice. La relación entre el yo y el cuerpo es indivisible, insoslayable, inevitable. En el matrimonio entre carne y espíritu, el divorcio es imposible, si bien esto no significa necesariamente que el matrimonio sea feliz o bien llevado.
Por eso por el cuerpo debe comenzar el camino danzante hacia la plenitud. Sólo cuando lo habitamos realmente podemos comenzar el viaje sanador. Muchos de nosotros no estamos cómodos en nuestros cuerpos ni vivimos plenamente presentes, en forma vibrante, nuestra corporalidad.
Tampoco estamos en contacto con los ritmos básicos de nuestra vida corporal. Vivimos fuera de nosotros mismos, en nuestra cabeza, en nuestros recuerdos, en nuestros anhelos, como terratenientes ausentes de nuestras propiedades. (…)
Ser -existencia, energía, vitalidad- significa que nuestro espíritu llena nuestro cuerpo. Nuestro ser entero está encarnado. Cuando nos miramos en el espejo, ¿qué vemos? ¿una mirada apagada y hueca? ¿un pecho hundido? ¿una sonrisa fingida? Vayamos a miramos. ¿Qué vemos? Si no es un ser brillante que rebosa energía y presencia, quiere decir que nos escamoteamos el don de la vida.
Lo sé por experiencia. Me ha pasado. He visto miles de yoes ausentes, todos los hemos visto, en el subterráneo, en el tránsito de las horas pico, en el supermercado, perfilados contra las luces mortecinas del atardecer. Y todos sabemos que con frecuencia somos una de esas personas.
Del libro "Enseñanzas de una chamán urbana - La curación por el movimiento" de GABRIELLE ROTH.