22.7.15

Meditación de loto blanco para purificar el útero

LA HISTORIA DE LA FLOR DE LOTO Y LA LUNA

Cuenta la leyenda que la Luna posaba cada noche sus ojos en las flores más bellas del estanque, dándoles energía y protegiéndolas con su luz de los depredadores nocturnos. Así, la Luna se iba agotando y cada tanto llegaba una noche oscura en la que las bellas flores corrían riesgo de morir.

Una madrugada, cuando el amanecer ya estaba llegando, la Luna vio una flor de loto transparente. Imposible era verla de noche, puesto que, por su transparencia, de noche era negra. Con los primeros rayos del sol, la flor se fue tornando dorada. Notó entonces la Luna que esta flor tenía una capacidad especial: tomaba la energía que recibía, la guardaba y luego la reflejaba, retomando su transparencia.

La siguiente noche la Luna comenzó su experimento. Buscó y buscó en la oscuridad hasta que la encontró. Iluminó al loto transparente con toda su fuerza. La flor fue tomando esa energía, desplegando sus pétalos uno a uno y tornándose blanca se convirtió en la flor más bella del estanque.

Cada noche la Luna repitió el proceso. Aunque el loto volvía a ser transparente en la madrugada, se volvía banco por la noche, cada vez con más facilidad. Mientras tanto, la Luna no abandonaba su tarea de iluminar a todas las flores y pronto llegaría la noche de oscuridad. Pero ella tenía confianza en que su idea funcionaría.

La noche de luna nueva, la Flor de Loto esperaba a la Luna. Esperó y esperó pero no llegó. Desesperanzada por volver  a ser transparente, se encogió hacia su centro y lloró. Pero en un momento escuchó una voz  silenciosa, que tal vez venía desde su interior o tal vez desde lo lejos del Cielo.

- Aquí estoy, soy parte de ti. Soy la Luna en ti. Si te conectas con mi energía, puedes ser blanca por ti misma.

La Flor de Loto lo intentó. Desde el centro de su corazón se conectó con la energía blanca de la Luna, se irradió a si misma y lentamente, como en las últimas noches, sus pétalos se abrieron y se tornó blanca en su totalidad. Tanta luz generó que iluminó el estanque completo y esa noche fue la Flor de Loto la que protegió a sus compañeras.

Desde entonces la Luna y la Flor de Loto trabajan juntas, cuidan de sí mismas, ayudan a las demás flores. Irradian e iluminan a todos los seres del estanque.


La flor de loto simboliza al útero que recibe energía de la luna por el centro del corazón, se irradia a sí mismo y se purifica.


13.7.15

Sexualidad Sagrada


Charla sobre sexualidad sagrada femenina.


7.7.15

Cerrando Ciclos



Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste ya a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.
Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente…

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.



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